EL PERDÓN
De Dr. Ortega: ¡Qué difícil es saber perdonar!, cuando te causan algún daño intencionalmente; con el deseo de sumergirte en el dolor, el sufrimiento, la tristeza, el llanto, la soledad y la desesperación; hasta hacerte sentir nadie y con el deseo de verte en la nada, sin darse cuenta, que ese daño mal intencionado, también se puede convertir en enojo, en odio, en rencor; ¡en deseo de venganza para causar mayor daño!, en respuesta al daño recibido.
¡Qué difícil es saber perdonar!, cuando te causan daño deliberadamente; con la simple intención de maldad, ¡Qué difícil! ¡¡Y qué hermoso es!!: cuando platicas tu dolor, y ese alguien que te escucha; acalla tu odio y tu rencor (gracias Chelita), evitándote hacer lo mismo, para detener las cadenas de odio y de venganza; diciéndote: “acércate a Dios, y empieza por pedir perdón por el mal que hayas hecho; y perdona a todo aquel que te desea o te causa mal, pidiéndole a Dios que lo cuide y lo bendiga, y que te libere de su maldad. Ora con Dios; y hazte sensible para no dañar; y con fuerza y voluntad para no dejar que te dañen.”
¡Qué sensación tan sutil es la bondad humana, que se siente: cuando se pide y se da perdón!, aún; cuando el daño llega al corazón. ¡Es encontrarse en la verdadera persona para ser uno mismo, y estar bien con los demás!; Es estar bien consigo mismo; ¡es tener el valor suficiente para hacer de algo malo, algo bueno!; ¡es un acto de generosidad para encontrar paz, sin dar cabida al odio y al resentimiento! Es agrandar al corazón para cobijar a alguien, que puede estar cerca…, y en lejanía.
Es tiempo de perdonar, de reconciliación, de paz. Por eso: ¡antes de desear felicidad! ¡Agranda tu corazón! Perdonando: ¡y pidiendo perdón!
Perdona por lo que escribo, y te perdono por no compartirlo.
¡Tú vales mucho! ¡Que Dios te bendiga! Compártelo. Saludos.
SER