PASAJES DE MI VIDA OCHO
DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR
Cuando era un niño; yo le dije muy seriamente a mi papá, que yo ya me quería casar. Él fue muy sabio, y simplemente me dijo que sí; que después lo veríamos. Mi padre, desde mi infancia, me empezaba a educar en la sabiduría del tiempo.
PASAJES DE MI VIDA OCHO
DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR
Después de que mi padre nos sentó juntitos; a la güerita y a mí. Casi toda la familia, se alarmó por lo que hizo mi padre. Era una admiración para todos, el verme con mi novia infantil, cenando en la fiesta. Yo sentía cosas extrañas pero maravillosas. Me emocione tanto, que creía que ese era un paso para el matrimonio. ¿Y, qué crees que hice? ¡Pues, si! Hice; lo que desde mi punto de vista infantil, tenía que suceder. Y sin haberle propuesto matrimonio a la güerita; o sin haber pedido su mano; o sin haberle dado el anillo de compromiso y todas esas cosas. Esa misma noche le dije e mi padre muy seriamente. -Ya me quiero casar-. ¡Teníamos nueve años! Como que yo sentí mucha formalidad, el que haya entrado a la casa, y que la haya tomado de la mano. Mi papá; fue muy inteligente. Y con mucha serenidad, solo me dijo: -Sí. Después lo vemos con más calma-. ¡No se burló! ¡Ni se alarmo! Tampoco discutió ni me regaño. Simplemente supo ubicar mi propuesta. Y darle; como mi papá lo decía: tiempo al tiempo. A partir de ahí, aunque no nos veíamos seguido, yo sentía que la guerrita ya era parte de mi vida.
Empecé a tener otros amigos más callejeros y atrevidos, y me empezaron a enseñar nuevas cosas, nuevos lugares, nuevas amistades. De tal forma, que la calle, ya era mi refugio; hasta que la misma calle, se volvió un problema, porque me empezaba a alejar y a desaparecer de mi casa. Y mi madre se empezaba a enojar. Porque fue conociendo a mis nuevos amigos. Y algunos de ellos, no eran bien aceptados por mi madre, porque tenían malas costumbres. Y yo empecé a imitar esas malas costumbres.
A pesar de todo, yo sentía que me enseñaban a ser diferente. Porque uno de mis principales problemas, era la falta de criterio y decisión: como que mi voluntad les pertenecía. Y por eso empecé a tener problemas. Mi amor por la güerita, me hacía sentir la necesidad de hacer cosas diferentes, capaces. Mi primer problema en la calle, fue muy grave: me fui con tres amigos a robar a un almacén comercial. Entramos los cuatro al almacén, fingíamos estar viendo las cosas. Y yo me daba cuenta como mis amigos agarraban diferentes cosas y se las guardaban entre la ropa. Y cuando íbamos saliendo, nos detuvieron a los cuatro y nos metieron a un cuarto. Un Sr. les fue sacando todo
lo que llevaban. Y dijo que nos iban a detener. A mí me dio mucho miedo. De inmediato me acorde de mi madre y de mi padre. Como que sentí: que me iban a separar de ellos, y me puse a llorar. Pero como yo no me atreví a robar nada. Me dejaron ir, y me pidieron que le fuera a informar a los papás de mis amigos, para que fueran por ellos a la delegación de policía. Ese día, en mi casa, se hizo un gran problema. Y como siempre; la culpable era mi madre, porque ella me dejaba salir a la calle.
Yo; a pesar de mi infancia, empecé a reflexionar sobre esas amistades. Y me hice de otros amigos, con conductas diferentes. Uno de esos amigos, me invito a ir a la iglesia, a ganarnos unas monedas de acólitos o monaguillos, ayudándole al padre en la iglesia. Y me gustó mucho, ¡No, mucho! ¡Muchísimo! ¿Sabes por qué…? ¡Siii! ¡La güerita iba a la doctrina! ¡Tan tan tataaan!
¡Tan tan ta taaan!
¡Tú
y tú familia valen muchote!
