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8 abril 2012 7 08 /04 /abril /2012 01:41

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

          El camino del éxito, tiene antecedentes de fracaso, como es el caso del famoso Tomas Alva Edison, y sus fracasos, para descubrir la bombilla incandescente. O Alberto Einstein; y su reprobación en matemáticas, hasta convertirse en el Científico Alemán, Nacionalizado Norteamericano.

        Quise recordar a estas personalidades del Mundo, porque en este artículo, me voy a permitir exponer lo contrario de la descalificación, para que reflexionemos, y en un futuro, nuestras hijas e hijos, puedan entender que llegaron al éxito, gracias a que alguien rectifico, o tomo como impulsor de vida, para el éxito, el camino de la motivación.

Por eso en este artículo,  voy a retomar los ejemplos del artículo anterior, para poder identificar la diferencia entre: la descalificación  y el maltrato, en el fracaso; y la motivación y la perseverancia en el éxito:

Esta un padre de familia con su hijo de 5 años, y le pide que haga lo que todos los niños de cinco años saben hacer. Y como este niño no lo supo hacer. El padre de familia: abraza, carga y besa a su hijo, diciéndole: -¡No te apures mi hijo!, ¡pero síguelo intentando!, ¡porque tú vales mucho! ¡Tú…, vales mucho!-. Y el niño; se queda con esas palabras y esas caricias, que sin entenderlas del todo, siente que es algo bueno. De tal forma, que a cada momento, el padre o la madre le repiten con emoción y entusiasmo: -¡Tú vales mucho!- Y a medida que va creciendo, y que hace algo bueno, o hace cosas que se acercan a lo correcto, lo aceptable o  lo bueno, le siguen diciendo: -¡Tú..., vales…, mucho!

        En cierto día, el niño le enseña las calificaciones a su papá. Y después de sacar puros ochos y nueves, en esta ocasión saco varios sietes. El papá, en lugar de decirle: -¡Yo a tú edad sacaba puro diez!- ¡No! En lugar de eso, el papá lo abrazo, lo comprende, y le dice: -¡Yo sé que tú puedes hijo! ¡Síguelo intentando! ¡Porque tú vales mucho!  ¡Sé que lo vas a lograr! Esa motivación se repetía a cada momento, en que el niño hace algo bueno, o se acercaba a lo correcto; no le compraban cosas, ni le materializaban su buen comportamiento, simplemente lo motivaban con lo que tenían, con lo que podían, o como lo sabían hacer, porque sabían que la motivación sentimental y afectiva, era más poderosa que lo material; encontraron que esa era la verdadera forma de amar a su hijo.

Y cuando lo sancionaban por mala conducta: le criticaban su conducta, (tu no estas mal, hijo. Lo que está mal es tú conducta y eso se puede corregir); no le criticaban y dañaban su persona (¡Tú no sirves para nada! ¡Eres un flojo! ¡Nada más pierdes el tiempo en la escuela!). ¡No…,! No lo hacía así, porque en esta familia, sabían del daño que causaban las descalificaciones y el maltrato.

En una ocasión; este padre de familia, manda a su hijo a un mandado. Y cuando llega a la tienda, hay dos personas antes que él, y las despachan.  Después que él, llegan más personas, y las van a despachar..., pero él, de inmediato llama la atención, levantando la mano con insistencia,  diciendo: - ¡Ehhh..., Sra.! ¡Yo vine primero que ellos!, ¡a mí me despacha primero por favor!

        ¿Sabes porque tomo esa actitud, contraria al niño que se queda callado y asustado; esperando a que lo regañen por no hablar, o hasta que alguien hable por él, haciéndose dependiente y creando dependencias?  ¡Pues por qué alguien lo motiva a enfrentar! ¡A resolver! ¡A seguir! Porque alguien le dice o lo motiva constantemente, diciéndole: -¡Tú vales mucho! ¡Tú vales mucho!- ¡Eso es un motivo para valer! Eso es lo que les da seguridad, como para respetarse, y hacerse respetar. Ese: ¡Tú vales mucho!, es como una inducción a la satisfacción de lo que se hace en lo correcto. Es como sembrar en ellos una satisfacción, que después se llama: autoestima, seguridad, toma de decisiones, competitividad, habilidad.

Motivación: Es revisar y escuchar con alegría sus tareas; es sorprendernos cuando hacen algo por ellos mismos; es aplaudirles por la comprensión de lo que leen; es acompañarlos con perseverancia a entender el significado puro y blanco de los números y las matemáticas, y no la falsa expresión, de que las matemáticas son lo más difícil; es la caricia física y expresiva que alaba, corrige y aprueba el esfuerzo; es hacerles sentir que el éxito se inició al ponernos de pie y caminar, al caer y levantarnos, al sentir dolor llanto y seguir adelante. Porque sabrán que su camino de vida, floreció por tanta motivación que lo acompañó. Porque sabrán que esa motivación, los hizo perseverantes para alcanzar el éxito. Porque reconocieron, que el error profundo, no es derrota, es oportunidad que conduce al éxito permanente. Los padres de familia y los maestros; somos promotores. Y si promovemos con motivación, construiremos caminos de éxito. ¡En su escuela! ¡En esas bancas! ¡Con esos lápices o lapicitos! ¡Con sus plumas! ¡Con esos libros! ¡En sus cuadernos! ¡En su casa…! ¡¡Se está escribiendo su futuro!!  ¡¡¡Haz qué el motivo sea su felicidad…, con éxito!!! ¡Motívalos…! ¡Tenga la edad que tenga! ¡Si…, vale la pena!

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú Vales Mucho!  

Facebook: Sergio Arturo Ortega Alvarado 

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  • : El blog de Ser Sembrador
  • : Porque tengo necesidad de platicar con alguien, en la intimidad de un ser:desde su soledad, sueño y realidad;para imaginar el conocimiento y fugarme en su fantasìa.
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  • Una vez me preguntaron en la preparatoria: ¿Ser,què es lo que màs te gusta? De inmediato, conteste: Entender las cosas; porque lo complejo lo hago simple. Y asì soy: humano, sencillo, humilde, soñador y realista. Soy una persona

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