PASAJES DE MI VIDA 1
LA ENFERMEDAD, MI PERSONALIDAD Y UN PASAJE DE LA INFANCIA.
Cuantas cosas nos suceden en la infancia, que se convierten en el trauma, la cicatriz, la pena, la tristeza o la cruz; que debemos tomar como el prematuro reto para lograr nuestra superación, y no tomarlos como marcas ni guías de vida. Y mucho menos, como condenas justificadoras de sufrimiento. Son retos a vencer, para no perdernos en la desgracia o frustración. Y a pesar de todo. Y gracias a dios, vivir para contarlos, para darnos cuenta: ¡que la vida no tiene fin! Lo que tiene fin: es lo corto o lo largo del camino que seguimos, para perderla o para disfrutarla…
PARENTESIS: fíjate que la reflexión anterior, me recuerda cuando los padres, sin darse cuenta, marcan caminos cortos en sus hijos: Y te voy a poner un ejemplo, donde el hijo es rebelde, irresponsable y mal estudiante. ¡Inclusive detesta la escuela! Y el papà y la mamá, por su lado, ¡siempre le tenían y le daban todo!, sin comprender: por què era así su hijo. Màs sin embargo, sentían mucho coraje, al ver que el hijo de los vecinos, que a veces no tenían ni para comer; era bien educado y aplicado en la escuela.
Y la respuesta esta: en que los vecinos amaban a su hijo. Y el amor se lo daban: al ocuparse en su educación y al hacerlo sentir; que en la educación, se encontraba la base del éxito y la satisfacción para sus propias necesidades. Y los otros padres: solo compraban amor, y se preocupaban con tener, para dar por dar, sin educar y enseñar a conseguir, creando un parasito: con dependencia hacia lo demás, sin valor de logro por si mismo. A veces de niños nos aman demasiado, y nos dan demasiado. Y de jóvenes, no nos pueden dar lo que queremos. No entienden que: el que dar por dar, no ama; ¡màs ama, quien enseña a conseguir!, para que aprendamos a enfrentar y no a depender. SE CIERRA EL PARENTESIS. …
Pero volvamos a nuestro pasaje. A veces nos preguntamos: ¿Por què somos así? ¿Quiénes influyeron en nosotros, para este nuestro presente con pasado superado; o tal vez, de frustración? Yo; en lo personal, creo que nací con la necesidad de ser, y de demostrar que tenía derecho a vivir y a existir, en el lugar donde me toco vivir, con la familia que me toco tener, en esta vida donde me toca estar.
Fíjate que cuando yo estaba pequeño: Tuve una enfermedad, que mi madre (qed), y mi padre; sufrieron conmigo. La enfermedad se llamaba eccema. En el tiempo en que me dio, no había cura para esa enfermedad. Yo sufrí mucho, igual que mis padres, porque me daba muchísima comezón y yo me rascaba hasta sangrarme. Cuando me dormían, me tenían que amarrar de pies y manos, a la cama, porque si no, me rascaba tanto, que me sangraba. No soportaba la ropa; a tal grado, que mi madre me ponía vestido, para que no me sangrara. Sufrimos mucho esos días. Y…, lo que màs duele recordar, de acuerdo a lo que mi madre me contaba, era el aislamiento y lo que la gente me lastimaba, al rechazarme, y al no dejar que sus hijos se acercaran a mí. Era muy hiriente. Era como sentirse rabioso, roñoso o leproso, o las tres cosas juntas, por lo que nadie se me quería acercar, o juntarse conmigo. Recuerdo vagamente: como una tía política, me corría y me decía que me fuera para mi casa, cuando yo solo estaba sentado en el patio, sin causar daño. Eso me hizo muy solitario, tímido y silencioso; y, en cierta forma, rencoroso. De acuerdo a lo que platicaba mi mamá. Acumule mucho rencor hacia los familiares y a las personas que me rechazaron. Había tanto rencor en mí, que un día, uno de mis hermanos entro llorando, porque un primo le había pegado. Cuando vi a mi hermano, de inmediato agarre un cuchillo, y con coraje, me encamine para buscar a mi primo, diciéndole a mi mamá: – ¡Yo lo mato, mamá! ¡Yo lo mato!-. Mi mamá estaba muy enojada, porque siempre nos pegaban. Pero cuando me vio tan pequeño, con un cuchillo en la mano, y tan envalentonado. Dice que le dio mucha risa. Y màs; porque con un solo golpe, me puso quieto y me quito lo valiente Yo ya me sentía grande, pero para no tener problemas, mejor me calme y me puse a llorar. Otra anécdota que me platico mi madre, fue: que una vez; uno de mis hermanos, me hizo enojar, y se hecho a correr. Yo tenía tanto coraje, que agarre una piedrota. Mi hermano ya iba como a unos 10 metros y que se la aviento. Para mi desgracia, ¿Què crees? …¡Si! Le di en la mera cabeza. Mi hermano se toco la cabeza y al ver la sangre: pego un gritote, y agarrándose la cabeza, se fue llorando con mi mamá. Cuando oí el grito, ¡me asuste…! y màs miedo me dio, cuando mi mamá grito, diciendo: -Donde esta este… 90 60 90 en otras palabras no tan agradables….- Yo la vi tan enojada, que cuando estuvo cerca de mi, la abrace y me aferre a ella. Ella me quería retirar de su cuerpo, diciéndome: -te voy a llevar con un gendarme-. Y yo; solo lloraba, diciendo. -¡no mamá! ¡Te perdono, te perdono!-. En lugar de decir perdóname, le decía: ¡te perdono, te perdono! Eso le daba riza. Y gracias al: te perdono, te perdono. Me perdono, y no me llevo con el gendarme. .
…mmmm, ¡mi infancia! El rencor me hizo inquieto, y me volví un problema en la casa. Todos se quejaban de mí, y mi madre empezó a tener problemas con la familia, y con los vecinos; por mi culpa. Y sabes que: ahora que analizo esa situación: pienso que me canse del maltrato que me daban, por haber tenido esa rara enfermedad. Lo màs agradable de eso, era que mi madre si me comprendía. Yo creo que ella también se canso de todo lo que me hacían, y lo que me hicieron con sus rechazos. Y para no tener problemas, mi madre, sin imaginarse lo que me iba a suceder, tomo una decisión: que sin saberlo ella, me hizo conocer un mundo diferente. ¿Sabes que hizo mi madre, para estar màs tranquila?…
En el próximo te lo cuento… HASTA PRONTO. ¡TU VALES MUCHO!.
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