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16 mayo 2012 3 16 /05 /mayo /2012 05:14

Por SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

          Cuando platiques con tú hija (o), o cuando espontáneamente te diga sus deseos o metas.., ¡Jamás le frustres sus sueños! Ni lo satures de imposibilidades. Ni los hagas cargar tus frustraciones. Ni le hables de fracasos. ¡Al contrario! Si él o ella quiere ser Licenciada (o), Arquitecto (a), Ingeniera (o), Enfermera (o), Secretaria (o). ¡No le digas que es muy difícil! ¡Tampoco le digas que está muy lejos! No lo hagas sentir, ni te sientas: ni menos, ni más: ¡Tengas lo que tengas! ¡Vivas como vivas! ¡Nooo..!. No programes al fracaso lo no iniciado.

¡Siéntete el orgulloso padre! ¡O la orgullosa madre!, que acepta el sueño de su hijo e hija.

          Si la vida no te dio la fortuna de lograrlo tú. ¡Motívalo para que sea él!, ¡motívalo para que sea ella!: en sus sueños, en sus decisiones, en sus deseos, y en sus ambiciones.

          Si la vida no te favorece hoy. ¡Deja que lo intente él o ella! Motívale a seguir adelante, y dile: -¡Vamos mi hijo!, ¡vamos mi hija!, ¡tú puedes! ¡Lo lograrás!  ¡Comprométete! ¡Responsabilízate de tú sueño!, ¡Pero salte del mundo de los soñadores que viven el mañana! ¡Compromete hoy! ¡En este momento! ¡Se Filosofo de la constancia! Consciente de que en el mundo existen montones de profesionistas: pero unos están arriba, y otros están abajo. ¡Comprométete hoy para ocupar un buen sitio! Toma tus sueños como tus objetivos y fija tus metas como tus realidades, para que tus sueños sean una realidad.

          Sabemos bien, que a veces, el caminar por la vida, nos enfrenta a adversidades en la propia familia: que nos enojamos con nuestras parejas, o con nuestras soledades, cuando no hay pareja habiendo pareja. Que los enojos nos llevan a los divorcios de diez minutos, una hora, un día, o a veces..., a lo definitivo. Que en el trabajo, las cosas..., a veces no marchan bien. Pero al pensar en el futuro de nuestros hijos e hijas; ¡Sentimos fortaleza! Porque nos damos cuenta: ¡Que trabajamos por ellos! ¡Luchamos por ellos! ¡Nos desvelamos por ellos! Si todo eso es por ellos. ¿Por qué no nos armamos de fuerza de voluntad, para enfrentar, cualquier adversidad que se convierte en un obstáculo, para que nuestros hijos logren sus sueños?  Cada vez que andes como familia por la vida..., y que la vida te sonría: ¡Disfrútalo como camino de felicidad! Y cuando te deje de sonreír, poniéndote obstáculos en tu camino, o las envidias y las sinrazones  se hagan presentes para detener tú marcha o para tirarte. ¡Levántate de inmediato! ¡Toma vuelo! ¡Dicen que para atrás, ni para tomar vuelo! ¡Me vale! Tú hazlo. Si funciona. Porque el tomar vuelo, es como reflexionar; es la comunicación con uno mismo; es un razonamiento para reconocer y aceptar errores, para corregirlos. Si los hay: ¡Acéptalos! ¡¡Reconócelos!! Y si estas por caer, o ya caíste: ¡¡Reacciona!! ¡Atrévete! ¡Arriésgate! ¡Confía en la vida! ¡Y sigue caminado! Muchos grandes hombres y mujeres han caído en la vida, ¡Y son grandes! Porque no se quedaron  tirados llorando y sufriendo. ¡Reconocieron sus errores!..., Y le sacaron provecho a su fracaso, o a sus adversidades, para seguir con éxito: Sir Winston Churchill: fue un  hombre alcohólico y dos veces primer Ministro de Inglaterra; Don Benito Juárez: fue un indígena que la sociedad quiso ver como el simple pastor, y se convirtió en guía de nuestra Nación. Por todo eso: ¡¡Toma Vuelo!! Y corre fuerte ¡Muy fuerte! ¡Y brinca! ¡¡Brinca muy alto!!  Y cuando estés del otro lado, voltea al cielo ¡Y dale gracias a Dios! Voltea a ver los obstáculos, o a los que te quisieron ver en el suelo..., ¡Sonríeles y dales las gracias!  ¡Porque en lugar de tirarte, sin darse cuenta!: ¡Te hicieron brincar más alto. Enseña a tus hijos a brincar ¡Lo que sea! Que aprendan a hacer de la barrearas unos obstáculos, y que sepan que los obstáculos, están hechos para brincarse. Eso es formación de carácter. Deja que tú hijo o hija, se comprometan con su Mundo. ¡Hazlos brincar muy alto!      ¡Ayúdalos a lograr sus metas! ¡Con sus ojos y sus oídos, podrán observar y escuchar las imágenes de su futuro! ¡En sus cuadernos se está escribiendo su futuro! ¡En su lectura se desarrollan sus conocimientos! ¡En su cuadernos, con sus ojos, con sus oídos, con su imaginación, con su lápiz, con su pluma, en su letras, en su comprensión! ¡Se está construyendo su futuro!  ¡Ambiciónalos en el conocimiento! ¡Compromételos en sus tareas! ¡Vigila y supervisa su desarrollo! ¡Ámalo! ¡Ámala!, porque el amor logra inmensidades. ¡Ayúdalos a lanzar su ancla al futuro!  ¡Y diles que no se suelten! ¡Que se agarren y se aferren a su proyecto de vida!, ¡Que nunca  pierdan piso!, porque los que pierden piso, hacen grandeza de segunda. Y lo que necesita el Mundo, el País, el Estado y el Municipio, ¡es grandeza de primera!, ¡de bondad!, ¡de ética!, ¡de inteligencia emocional con razonamiento!, ¡de espiritualidad! ¡Brinca junto con ellos! ¡Brinquen más y más alto! ¡Porque la vida es bella! ¡La vida es la vida! Y tú y tus hijos e hijas, ¡Tienen derecho a disfrutarla!, ¡A vivirla! Y ésta será mejor…, cuando tú seas el guía de un proyecto. ¡Un proyecto con filosofía de vida!

¡¡QUE DIOS LOS BENDIGA!!   

¡Tú Vales Mucho!

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9 mayo 2012 3 09 /05 /mayo /2012 06:59

POR TODO LO QUE ME DAS: ¡GRACIAS!

Y..., ¡PERDÓN! POR LO QUE NO TE PUEDO DAR

 

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

 

Llega el mes de Mayo; y lo extraño de todo, es que no nos damos cuenta que ahí está: en nuestro pensamiento, en nuestros miedos, en nuestra enfermedad, en nuestro sufrimiento, como aquella fiel mujer que dispuesta esta para sacrificarse si es necesario, por el bien estar de sus hijos, de su familia, de su hogar o de su humilde casa hogar: Tal vez sufriendo el desprecio o el golpe del que se cree su  propietario; tal vez sola, esperando a que llegue el que nunca va a llegar; tal vez con hambre, porque no pudo conseguir el pan para la familia; tal vez esperándonos, porque va a llegar el único día del año en el que la visitan; tal vez trabajando hasta tarde, para festejarse con sus hijos; tal vez alegre…, porque ha aprendido a vivir sola, sonriéndole a la vida; tal vez enferma, esperando la visita en ese su  último momento.

¿Será necesario que una canción – A ti que me diiste tu vida tú amor y tu espaaacio...,  o una fecha, nos hagan acordarnos de ella? ¿Debemos esperar a que ella  se enferme para abrazarla y decirle? ¡Te quiero, mamá! ¡Te amo, mamá! ¿Cuántas veces en lo que va del año, le has dicho con toda la sinceridad de hijo o hija?: ¡Te quiero, mamá!, ¡te amo mucho, mamá! ¡Te extraño! ¿Cuántas veces la has visitado o le has  hablado por teléfono tan solo para saludarla, para platicar, para compartir tus nuevas vivencias, o tal vez tú gran éxito? Y a pesar de ello, mamá tal vez ya se esté preparando para hacer un gasto, en una comida para sus hijas e hijos, porque a  pesar de sus molestias, ella sabe, que por lo menos ese día, no le van a fallar sus hijos y sus nietos.  Y a pesar de todo..., hay quienes, ¡ni ese día se acuerdan de que existe!

Será necesario que otras canciones – Coomoo quiisiieeraaa, quee tuu vivieeeras, queee tuus ojiiitos jamás se hubieeran cerraado nun...- ¿Nos recuerden su ausencia, o tal vez su presencia?

Debemos esperar a que alguien se muera   para llenar los panteones de flores y decir: ¡Cuanto te quería!, ¡Cuanto te amaba!, ¡Cuanto te extraño!, ¡¡no...!! Si la hemos perdido, nunca la debemos olvidar; Porque lo que verdaderamente amamos, jamás lo debemos olvidar. Lo que si se debe hacer, es: ¡Superar! Porque cuando alguien se va, es como si nos dijera: -Yo me voy. Pero  tú te quedas. Hazme sentir orgullosa de que existí, amándote y amando a los tuyos; no hagas que mi nombre refleje tristeza, o llanto. Dame la alegría de vivir en ti, sintiendo que te amas y amas a los que te rodean.

¡No esperes ninguna fecha! ¡Ni ninguna canción! Si la tienes a tú lado: dale el amor que te dio; el cariño con el que te vio; el sentimiento con el que te lloró; la comprensión con la que te soporto; la alegría con la que te recibió;  el cariño con el que te cobijo; el beso con el que te durmió; el amor con el que te protegió, o el silencio,  la paz y la tranquilidad con la que te acurruco.

Ahorita recuerdo un correo que me hizo llegar la Maestra Araceli García, donde narra: que un esposo sale con otra mujer, con el consentimiento de su esposa. Y la otra mujer, que le doblaba la edad, tan solo con recibir la invitación, todos sus recuerdos de felicidad volvieron a su mente, arreglándose con ropas diseñadas en el pasado.        Sentía, que no solo iba a cenar, sino que iba a salir del rincón del olvido. Y cuando llegaron por ella, el hombre la vio con tanto amor, que ella se lleno de sentimiento.         Efectivamente, era una madre, que salía a cenar, invitada por su hijo.

Y esto, lo que me recuerda, principalmente, es: que gracias a Dios, yo me di la oportunidad de invitar a mi madre a cenar. Cuando estudiante de preparatoria, gané un poquito de dinero, asesorando compañeros en física y matemáticas. Y al tener ese dinero, me acorde de mi madre Chabelita, y la invite, en mi humilde posibilidad. Recuerdo que pedí una orden de tacos para los dos, y nos sentamos en la banqueta de una zapatería, a comernos los tacos. Y; ¿saben qué? Es un recuerdo tan bonito, que aún tengo en  mi mente, su rostro lleno de felicidad. Y cuando pedí la cuenta, se sintió más feliz, porque yo saque el dinero para pagar, y dije: “Cóbrese una orden y dos refrescos”. Esa fue nuestra cena, ya que no tenía para más. Yo me sentí muy orgulloso, al verla enchilada y tomando refresco. Y eso me lleva, a lo más profundo de una triste-alegre y sentimental emoción.  

 ¡Atrévete a invitar a esa otra mujer!, que tal vez esta esperando que alguien la saque del olvido, aceptando una invitación a salir, simplemente a salir.

¡Atrévete a ser hijo o hija! ¡Y desde esta profunda reflexión!, te invito a ser el hijo o la hija, que un día, aprendieron a decir. ¡Te quiero, mamá!: ¡Por ser la mujer que durante nueve meses me cobijo en su vientre!; ¡porque los primeros seis años, me alegraste con tus caricias!; ¡porque a los 15 años, mitigaste y acompañaste mis desilusiones!; ¡porque a los 19 años, sufriste mis inquietudes!; ¡porque a los 25 años, me entendí en tu reflejo!; ¡porque a los 35 años, me llevaste a comprender!; ¡porque a los  40 años, me sigues viendo como tu pequeña o pequeño hijo, y con tu amor, iluminaste mi camino!.

¡Atrévete a salir con esa otra mujer!: ¡a cenar!, ¡a comer! ¡Dónde sea! Desde taquitos en la banqueta de una zapatería, hasta el famoso lugar del recuerdo: a comprar la golosina que te compraba de niño; al parque o al jardincito, donde le daba gusto verte reír; al paseo dominical donde te dejaba correr. Recuerda y recuérdale, que cuando te caías, ella era la que de inmediato te iba a levantar y a llorar con tu dolor. O sal con ella a la puerta de la casa, y siéntate a su lado, a lucirla; como cuando ella te lucía a ti, para que recuerde: que todavía tiene hijos a su lado.

¡A mí!; ese recuerdo me invita a decirle a mi querida madre (q e p d): Por todo lo que me diste: ¡Gracias! Por lo que no te pude dar: ¡Perdón!

¡A ti!, que esta reflexión te invite a decirle a tu mamá: Por todo lo que me diste y me das: ¡gracias! ¡Pero correspóndele!, para que en el futuro, no llegues a decir: y..., ¡Perdón! Por lo que no te pude dar:

¡Que Dios los bendiga!

¡Uds. valen mucho!

 

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1 mayo 2012 2 01 /05 /mayo /2012 09:47

POR: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

 

        En un curso taller, aplique un instrumento de diagnóstico, a un grupo de maestros de varias escuelas del programa de escuelas de calidad. Y entre los reactivos aplicados, quiero destacar algunos, que tienen relación con este artículo, para hacer unos comentarios.

Reactivo: ¿Mis compañeros de trabajo aceptan mi forma de pensar y actuar? ¡Imagínense Uds.! Que agradable sería, que en el trabajo, todos los compañeros aceptaran nuestra forma de pensar y actuar. Pero si no aceptan nuestra forma de pensar y actuar, estaría bien, que nos acercáramos a platicar, entre compañeros de trabajo, para  descubrir cuáles son nuestras diferencias,  y recordar: que es de adultos corregir, y de sabios corregir a tiempo.

Reactivo: ¿Mis superiores reconocen cuando cumplo con mis obligaciones? Siempre que un superior reconoce el buen desempeño, tendrá trabajadores con el interés de dar más de sí. Pero cuando el esfuerzo pasa desapercibido, se cae en el cumplir, sin el mayor esfuerzo, e inclusive en el error, que lleva al trabajo doble y a la pérdida de tiempo y  esfuerzo.

Reactivo: ¿En mi trabajo nos motivamos para superarnos? Qué bonito, y que halagador es, cuando algún compañero o compañera de trabajo, reconoce algún esfuerzo de otro compañero. Porque cuando es al contrario, los de la envidia, hasta se enferman cuando algún compañero se supera. Lo que debemos tomar en cuenta aquí, es que superación, no es sinónimo de competir, ¡No! Superación es el deseo y el esfuerzo de uno mismo por ser mejor cada día y no solo en el trabajo, sino en todos los ámbitos personales y sociales.

Reactivo: ¿Soy buen trabajador? Esta parte corresponde a la autoestima, en el nivel del auto respeto. Cada una de las personas que trabajamos, debemos ser honestos con nosotros mismos, reconociendo; si somos, o no, buenos trabajadores. Y si no lo somos, es necesario revisar: ¿Qué estamos echando a perder?, ¿a quién perjudicamos con esa actitud?, ¿hasta dónde nos puede dañar el mal trabajo?, y si estamos hablando de educación: ¿Qué daño  puedo desencadenar? Y la honestidad, implica recordar: “Puedo engañar a todos, menos a mí mismo”.

Reactivo: ¿Me siento seguro o segura en mi trabajo? Siempre he sido partidario de que la seguridad en el trabajo, es el trabajo mismo. Las personas que mejor cumplen, serán recomendadas por su trabajo: son los que programan, los que informan, los que no le temen a las revisiones, ni a las evaluaciones. Ellos siempre tienen otras oportunidades.

Reactivo: ¿Los padres de familia y la comunidad, reconocen mi trabajo? A veces creemos, que los maestros y las maestras, no necesitan ser motivados. O creemos que eso solo corresponde al mes de mayo, sin darnos cuenta, que a cada momento, en el salón de clases, se está escribiendo el futuro de nuestros hijos; por eso se hace necesario reconocer, con pequeños detalles o palabras, a los que están al frente de 20 a 30 alumnos, o inquietudes diferentes, y que no los pueden evadir mandándolos a ver la televisión. Lo importante es comprometernos con los maestros de nuestros hijos, apoyándolos en su labor desde el hogar. Y así como recibimos el recado del maestro, en el cuaderno de los hijos, así le podemos hacer llegar una felicitación, por el avance que tienen nuestros hijos, como un signo de correspondencia y motivación mutua.

Reactivo: ¿Tengo conflictos en mi área de trabajo? Esto me permite recordar a una persona, que se precia de decir, que tiene tantos años de trabajar en X Escuela,  y que nunca le ha hablado a un compañero de trabajo, que para él, era un sangrón y otras cosas más. Y todo inicio por un mal entendido, que ninguno de los dos fue lo suficientemente maduro para enfrentar y resolver. Sin darse cuenta, que el trabajo, con el paso del tiempo, se ha vuelto su propia  enfermedad e intranquilidad, porque los dos maestros: ya cuentan con su propia úlcera a gástrica, de los corajes que hacen, tan solo de verse. Por eso es importante afrontar un conflicto: pactando, negociando, conviniendo, acomodándose o colaborando.  

 

Y ya que estamos hablando del trabajo, debemos  considerar lo importante que es la motivación: como jefe, como subalterno, como trabajador, como compañero de trabajo. Para que al fin de cada jornada, se sienta la satisfacción del deber cumplido.

Tampoco debemos pasar por alto la motivación interior, el regocijo por la superación personal, para no depender de quien no sabe tomar en cuenta un esfuerzo extra.

Es como cuando en la escuela le dejan un trabajo de tarea a la niña. Y ahí está el papá y la mamá: ayudando, corriendo, buscando a las horas de la noche, algún material, apoyando a la hija, a hacer bien la tarea.  Y al terminar: hay satisfacción, y se espera la calificación del otro día. Y al otro día... cuando llega la niña de la escuela, casi todos al mismo tiempo le preguntan: ¿Cómo te fue? ¿Qué calificación te puso? Y el niño contesta con tristeza y desanimo: ¡No nos reviso la tarea! Si somos reactivos, nos desanimamos. Pero si somos proactivos, nos motivamos nosotros mismos, y nosotros mismos nos ponemos un ¡Diez! Porque nosotros si cumplimos y porque nos estamos superando.

Esto me recordó las sabias palabras de mi padre, cuando en un dialogo, me decía: -Hijo, tú nunca trabajes- . Y yo conteste: -Si no trabajo, ¿de qué me voy a mantener? Y muy seguro me contesto: -Si trabajas, llegara el momento en que te pesara, y si disfrutas lo que haces, hasta gusto te dará cumplir un deber-.

Yo los invito a disfrutar su trabajo, para trascender como personas con responsabilidad. Ya que desde mi punto de vista, trabajo es: hacer con gusto y responsabilidad todo lo que nos corresponde hacer.

¡Que Dios los bendiga!

¡Tú Vales Mucho!             

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27 abril 2012 5 27 /04 /abril /2012 08:46

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

 

        Cuando me dijeron: ¡¡Vas a tener un niño!! Les confieso con toda sinceridad, que más que alegría, sentí una mezcla de alegría y preocupación.         Era algo que no lo podía creer. ¡Bueno…, si lo creía! ¡Porque fue algo que yo hice! Pero la cuestión es…, que me sentía…, como…, como… ¡Como papá chiquito! ¡Pero no por mi tamaño! (Para los que no me conocen en persona, les informo, que mido como uno noventa, casi dos, pero no metros ¡Pulgadas! ¡Por mi tamaño! Bien. Ahora si. ¿Qué te decía? ¡Ah! Que me sentía raro en ese mundo de papás. Me daba miedo: porque sentía, que tener un hijo, no era cualquier cosa, y que al ver a mi hijo, no sabía si le podía dar todo lo que necesitara. A partir de ese momento, y gracias a Dios, me esforcé. ¡Sufrí el noviciado con mi esposa, por algunas carencias! Pero afortunadamente, encontré un buen trabajo, nos iba muy bien. Pero aquí viene lo interesante, o tal vez lo lamentable: cuando llegaba el día del niño, mi hijo tenía de todo. Y yo; solo me concretaba a comprar y trabajar. Y los días del niño se volvieron rutinarios. ¡Comprar! ¡Trabajar! Y así pasaron los años. Y yo, sin disfrutar a mis hijos. Ahora, o más bien, el día de ayer; tenía una entrevista, y tenía que llevar una solicitud de análisis al ISSSTE, por ahí por el parque. Me arregle muy bien y me fui. Pero decidí llevarme a mi hija, la más pequeña (3 años). Después de entregar mi solicitud, me pase al parque, con mi hija. Y me sentía un poco mal, ¿sabes por qué?, porque los años me han pasado, y yo ya no puedo hacer algunas cosas tan fácilmente. Pero al acordarme de la niñez de mi primer hijo, que no disfrute, con esfuerzo y todo, la complací.    Quiero decirte; que aunque andaba bien vestido, con corbata y todo, porque pensaba ir a la entrevista, me sentaba ¡donde mi hija quería! ¡Nos mojamos!, ¡caminamos hasta donde ella quería! Se volvió mi líder. ¡Ella decidía lo que se hacía! Le ofrecía cosas que vendían, ¡y no quería nada! Ella solo me pedía que nos subiéramos a uno y otro columpio, al resbaladero…, le dimos la vuelta a todo el parque. Comí con ella, golosinas que yo no puedo comer, lo hice, porque ella me compartía. Tomamos refresco, que no puedo tomar. Andábamos felices en el parque, todos llenos de tierra y mojados. Mi corbata, la traía de corbata. andábamos tan ocupados, que ni de mi medicina me acorde. Vieras que momento tan feliz pase con mi hija. Ahí es donde encontré la reflexión.

        Los niños no solo quieren que les compres. ¡Quieren estar contigo!, ¡quieren que te tires en la tierra con ellos!, ¡quieren echarte agua y que los corretees para mojarlos! ¡quieren que te rías con ellos!,  ¡quieren que les compres lo que ellos quieren, y no lo que tu dices!, ¡que los abraces!, ¡quieren caminar, llevándote de la mano!, ¡quieren disfrutarte!, ¡quieren que te hagas un niño o una niña, para tenerte como compañía! ¡Eso es lo que quieren, y no encuentran la manera de decirlo!

        El día del niño, no es el día 30 de Abril. Es todo el mes, y el tiempo que los quieras disfrutar. ¡Felicidades familia!, que aunque no tienes dinero, humildemente llevas tu comida, al parque, y te sientas en el pasto a disfrutar con tus niños. ¡Felicidades familia! que al salir del trabajo, te diste tiempo para disfrutar a tus niños. ¡Felicidades familia!, porque, por si no te haz dado tiempo, sé que te lo vas a dar. ¡Dátelo! Si vale la pena hacerse niños y niñas con ellos. Y también; recuerda, que según Amnistía Internacional: “Niño es toda persona menor de 18 años”. 

        No estoy en contra de los regalos. Pero si junto con un regalo, te regalas, con tus hijos o hijas, un día, te vas a sentir de ellos, y nunca lo van a olvidar. Además; recibirás un regalo, porque si niño es todo menor de 18 años, también es niño, si quiere, todo menor de 100 años. ¡Felicidades!

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú vales mucho!

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25 abril 2012 3 25 /04 /abril /2012 20:52

Después de la experiencia que tuve de participar en el 5to Congreso Nacional de Educación, y el 3er Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, del SNTE; que por cierto, logramos ganar una representación Nacional, con la ponencia titulada: “Los valores en la cultura de la previsión y prevención del acoso; desde la casa; en la Escuela y entre iguales”, seguimos con nuestros artículos, un poco retrasados, retomando la continuidad, con el título: 

 

 

MARZO: EL MES DE LA GRATITUD

Por: SERGIO ATURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

 

        Decía la Madre Teresa de Calcuta: “Hay que dar hasta que duela”. Dar y dar, aunque nos cause dolor. Sabias palabras, que tal vez, y sin darnos cuenta, son parte de nuestra vida diaria. ¿Cuántos padres y madres de familia estarán sufriendo, por haber dado demasiadas cosas materiales, y en lugar de recibir gratitud, de las hijas o de los hijos, reciben un reproche, por parte de ellos o ellas, por no haberles dado otras cosas? ¿Cuántos padres y madres de familia estarán tristes por haber sacrificado su tiempo y su dinero; por haber corregido a tiempo; por haber tenido el valor de poner un hasta aquí; por haber sancionado duramente, aunque les doliera el corazón, para dar felicidad a sus hijos, y recibir, a cambio: una ingrata gratitud; al  quedarse solos y en el olvido?

        ¿Cuántos padres y madres de familia, están depositados en el olvido, después de haber cumplido su sueño de dar todo para la superación de los hijos y las hijas, escuchando o viviendo hoy, y de lejos, el éxito de sus hijos o hijas, en un abandono silencioso; solos, pero felices de haber cumplido? ¡Que ingrata gratitud!

        Decía un manejador de beisbol. Nosotros somos como los padres y las madres de familia. Nuestra misión es que el equipo y los jugadores ganen, triunfen y sean famosos, aunque a nosotros nos dejen en el olvido, como una ingrata gratitud.  

                Todo lo anterior lo entiendo con otras palabras, y no por contradecir a la Madre Teresa, que aprendió a darse a los demás, sino…, simplemente por resaltar la importancia de aprender a dar con responsabilidad, para poder recibir. Y esas otras palabras son: “El que da por dar; no ama. Ama más el que enseña a conseguir”.

        Y… ¿qué ganará el que enseña a conseguir? ¿Qué podrá encontrar al final del camino, cuando se atrevió a tomar el mando?:  si castigo a los hijos para que estudiaran; si sancionó a las hijas por irresponsables; si la hizo que entendiera; si  no lo dejo salir a divertirse por tenerlo estudiando; si le dejo de dar dinero por malgastarlo; si no le compro lo que no se gano; si lo obligo a arreglar su cuarto; si lo reprendió fuertemente por solo oler a cigarro;  si lo amaba y lo motivaba cuando lo merecía. ¿Qué gano? o, ¿Qué va a ganar? ¿Una ingrata gratitud? ¿O una grata gratitud?

        Nadie lo sabe. Lo que si sabemos, es que no debemos perder el mando en la conducción de nuestros hijos; aunque nos duela el corazón para corregirlos, y meterlos al orden; aunque al final del camino, nos podamos encontrar… Una ingrata gratitud…, o una grata gratitud, aprendiendo, desde hoy, a ser felices, con su felicidad, solo porque los amamos. Aprendiendo nosotros también: a ser felices, dándonos lo que nos podamos dar. Yo quiero empezar, diciéndome a mi mismo: “Los años pasan, el tiempo llega. Y el orgullo de recibir un cumpleaños más, es el orgullo de aceptarnos, y de cuidarnos, para vivir muchos años más. Es el momento de darle gracias a Dios y gracias a la vida. ¡Muchas felicidades Dr. Ortega, por otro año, de muchos más! ¡Que Dios te bendiga!”

        Que raro se escucho. Hasta parece egoísmo, que yo mismo me felicite, ¿Verdad? Pero no. ¡No! Porque esto es solo una valoración de mi mismo, como persona; es el fortalecimiento en la seguridad de una persona, que tiene el mando en una familia, para ser firme y con carácter: para exigir a los hijos e hijas, algo que les hará bien, y sostenerlo, aún con sus ofensivos y lastimosos reproches de Joven o adolescente. Porque aunque sean muy duros sus reproches, sé que vienen de la criatura que yo mismo forme. ¡Pero que no quiero perder!, esperando que cuando sean felices, lo puedan reconocer, o tal ves esperar encontrarme…, con una ingrata gratitud.

        Por eso defendiendo mis decisiones con valor, porque tengo una misión familiar; sin olvidarme de mi mismo, ¡porque existo, y porque soy parte de la propia felicidad familiar!

        Y Ante todo; y por existir, le doy gracias a Dios, por permitirme recibir, en este mes, un año más de vida; gracias a mis padres (q e p d), por haberme permitido nacer de su sangre. Gracias a mis hermanos y familia en general, por ser mis discípulos maestros; gracias a los maestros y maestras, que me han hecho sentir parte del magisterio;  gracias a la Lic. Lupita Herrera Alvarado, Al Profe Esteban Aguilar, al Profe Evaristo Terrazas, al Lic. Héctor Acosta Gallegos, por haber estado conmigo, cuando necesite que estuvieran, en lo doloroso de un momento amargo de mi vida, y a toda la gente, que con sus atenciones, me hacen sentir que existo; gracias a Toño (q e p d), y a sus hijos, por haber defendido mi vida. Gracias a la vida, por aceptarme nuevamente.

        Gracias a Dios, por enseñarme a perdonar, y superar los miedos; por darme el valor para corregir lo que deba corregir; gracias por calmar mi dolor, cuando en la familia debo actuar con la cabeza y no con el corazón; gracias por darme paciencia, aunque a veces sienta que el tiempo se me va; gracias por enseñarme a entender, que es mejor corregir cuando niño o adolescente, por el riesgo que implica corregir cuando joven. Gracias Dios, por quitarme el temor, para atreverme a corregir al joven, que no corregí cuando niño o adolescente; gracias por la fuerza que me das, para sostener las riendas hacia el buen camino; gracias por el carácter que me haz formado, después del terrible temor vivido, para ser más firme, en el mando y en la guía familiar. ¡A todos! ¡Mil gracias!

        Este artículo es a la gratitud, porque en este mes de Marzo, cumplí un año más de vida, y también con el fin de decirte: no esperes a que el tiempo se te vaya, para que tengas que decir dentro de 5, 10, 15 o 20 años: ¡Si lo hubiera hecho! ¡Si le hubiera dicho! ¡Si los hubiera amado! ¡Si los hubiera visitado! ¡Nooo! ¡Deshaz  ese hubiera desde hoy! ¡Atrévete hoy a corregir lo que tengas que corregir! ¡Atrévete a demostrar que existes, para que te tomen en cuenta! ¡El temor a tomar decisiones, es natural! Lo diferente; lo hace él, o la que se atreve a vencerlo, y a corregir a tiempo, porque el tiempo se nos va, para que en el futuro  nadie te pueda reprochar: ¿Por qué no lo hiciste?, ¿por qué no le dijiste?,  ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?…

¡Atrévete y haz lo que tengas que hacer! Para que te regresen gratitud.

        También; esta reflexión tiene un aviso de previsión, porque: Abril es el mes de los niños y las niñas; Mayo el mes de las Madres de Familia y de los Maestro y Maestras. Y Junio, es el mes de los Padres de familia. Y si lo tomas en cuenta, puedes empezar a hacer, desde hoy, lo que debes hacer mañana. Y no te olvides de agradecerte a ti mismo, o a ti misma: ¡porque estés donde estés, y como estés!; ¡ahí estas! ¡Y si no te agrada!, ¡atrévete a estar mejor!

¡Tú Vales Mucho!

¡Que Dios te bendiga!   

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24 abril 2012 2 24 /04 /abril /2012 19:07

 

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

           Para introducir; con gusto repito la pregunta del artículo anterior: ¿Qué tan importante será la manifestación del afecto, en las relaciones intra e interfamiliares, para entrar en la vida sentimental? Yo pienso que es tan importante, que debemos verlo como una semilla, que bien sembrada, nos daría buenos, o muy buenos frutos.

 La familia va caminado por la calle: el papá, la mamá, y la hija adolescente, ¡de repente!, la hija se tropieza y se cae.

Respuesta reactiva: Inmediatamente el padre o la madre, le lanzan sus palabras agresivas y con enojo, al ver que la hija se tropezó: ------¡Mírala! ¡Mensa tarada idiota burra! -(y a veces otras peores)-, ¡que no estás viendo chica piedrota!; ¡entre más grandota más idiota te estás volviendo!...

Una familia está comiendo en la mesa, y de repente, el hijo se estira para tomar una tortilla y al intentarlo, tira el refresco, ¡sobre el mantel nuevecito y acabado de lavar!

Respuesta reactiva: ¡imagínate!, ¡el hijo asustado! ¡Y al ver que la mamá se mueve!, ¡de inmediato levanta el brazo como para protegerse! Y la mamá, le dice: -¡Como eres idiota! ¡Qué no te fijas! ¡Mira nomas! ¡Y lo acaaabo de lavar! ¡Lárgate de aquí!- Y el hijo; más asustado, tímidamente se aleja sin comer…

A  veces; sin darnos cuenta, repetimos lo que nos hicieron o como nos trataron. Son dos ejemplos como muchos otros, que generan hijos o hijas violentos o violentas; ¡son las clásicas victimas del bullying!; ¡son los jóvenes que huyen de su realidad con las drogas!; ¡son los jóvenes inseguros!; ¡son los hijos y las hijas tímidos!; ¡son los que no se atreven a bailar, sin antes tomarse unas cervezas!; ¡son los que pierden su voluntad, con los amigos!; ¡son los que sufren en silencio!, ¡son los…! ¡son los…! ¡Son los que son nuestros hijos! ¡Y la buena respuesta, tú la tienes! Se llama afecto. Trasmítelo a quienes no lo practican. Porque el efecto del afecto es:

¡La hija se tropezó, y calló! Y el padre o la madre, ¡de inmediato levantan a su hija con ternura! ¡Y valiéndoles quien los vea, o quien la haya visto caer!: la ayudan a levantarse, diciéndole con comprensión: -¿Está bien mija? ¿No se lastimo? ¡Cada vez que se caiga! ¡Levántese de inmediato mija! ¡Porque Ud. vale mucho! ¡Ud. vale mucho!

Están comiendo en la mesa, y el hijo tira el refresco en el mantel.

El hijo; ¡en lugar de asustarse o intentar defenderse de algo que le pueden arrojar!, por lo que hizo, le dicen con comprensión: -¡Tenga cuidado mijo!, el mantel Ud. lo puede lavar cuando acabe de comer. ¡Pero tenga cuidado!-. Y con una palmada en el hombro, terminan diciéndole: ¡Porque Ud. vale mucho mijo! ¡Ud. vale Mucho!

Ellos son los hijos y las hijas; ¡que se sienten amados, comprendidos, cuidadosos y seguros!; ¡son los que enfrentan sus errores, y jamás le meten a las drogas, porque no tienen por qué huir de su realidad!; ¡son los jóvenes que no necesitan de cerveza para bailar, o para ser!; ¡son las hijas, que en su momento, se buscan una pareja y no un propietario de su vida!; ¡son los que tienen actitudes positivas!; ¡son los que aprenden a enfrentar bien sus emociones!; ¡son los que tienen una autoestima elevada!; ¡son los que toman sus propias decisiones!; ¡son los alumnos que se saben defender!, ¡que saben hablar!; ¡son los que caminar con seguridad!; ¡son los que viven sin miedo y con prudencia!; ¡son…! ¡Son los que son tus hijos o tus hijas! ¡¡¡Eso son!!! ¡Y ese… es el efecto del afecto! ¡El cariño del cariño! Y el cariño; ¡es un motivo para motivar!,  ¡y un motivo para el bien vivir, el bien ser, y el bien estar!

¡¡QUE DIOS LOS BENDIGA!!   

 


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20 abril 2012 5 20 /04 /abril /2012 06:42

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

           ¿Qué tan importante será la manifestación del afecto, en las relaciones intra e interfamiliares, para entrar en la vida sentimental? Yo pienso que es tan importante, que debemos verlo como una semilla, que bien sembrada, nos daría buenos, o muy buenos frutos. Pero vamos a ejemplificarlo; primero, como un efecto del no afecto.            

          Una niña, o un niño: nace, y crece. Generalmente en la edad infantil, somos gratos, y hasta los desconocidos nos dan muestras de afecto.  Y después: cinco años tiene, seis años cumple, siete años y el afecto va disminuyendo. En la pre adolescencia, casi nadie se atreve a decir: ¡Qué bonita mi hija!, ¡que chula mi hija!, !que hermoso, mi hijo!,  !qué guapo te vez!, ¡la quiero mucho! !Te amo mucho! Y cuando nadie se los dice en la familia, es porque hay quien se justifica diciendo -¡A mí, mis padres nunca me besaron! Todo era trabajo,  palos y cintarazos para entender-. Se la pasan justificándose de esa forma, y no se atreven a romper los círculos viciosos, que solo perjudican. Y como así los trataron,  no se atreven a manifestar afecto por sus hijos (as); de tal forma, que la niña o la hija, en este ejemplo,  sigue creciendo, carente de afecto, por los famosos círculos viciosos.  …Y cuando llegan a la pre adolescencia o a la adolescencia, ¡menos!; pues ya creció, o ya se está desarrollando, y… ¿qué van a pensar?

          Esos niños o niñas; adolescentes o adolescentas; ellos no entienden de cadenas prejuiciosas. Ellos imploran: ¡Que alguien les quiera!, ¡que les amen en su ternura!

En fin, así sigue creciendo, la niña del ejemplo, carente de ese afecto familiar.

A los doce o  trece años…, el cuerpo de la niña ha cambia, y empieza a jugar al adulto o al joven: pintándose la cara, poniéndose atuendos que no van con su edad, o algo que la haga verse aparentemente mayor, sin darse cuenta; que es, como una manera infantil, de querer llamar la atención, para que vean que ya no es una niña.  Inclusive; se le ve, dentro de su imitación, el mal pintado de sus labios, o el mal encuadre de su ropa, en su aparente sentirse: como toda una joven mujer. Y así camina por la calle, por los lugares donde siempre ha pasado. Y; casualmente, por ahí siempre se encuentra el tipo de la esquina, quien se da cuenta que ya no es una niña del todo. Y al pasar ella por aquel lugar, el tipo, insinuativamente le dice: - ¡Qué bonita te vez! ¿Te acompaño?- ¡imagínate que sensación tuvo la niña!, cuando por primera vez, alguien se fija en ella y le dice: ¡”bonita”! Celestial para ella;  que sin fijarse en condiciones, edades, apariencias o diferencias, solo siente que ha encontrado a alguien especial para su vida. ¡Alguien que le ha dicho bonita! ¡Alguien que se ha fijado en ella! ¡El que es mucho mayor que ella! ¡El que es muy diferente a ella! ¡El que tiene más experiencia que ella! Pero eso no lo ve, su mente solo sintió el efecto emocional, al escuchar que le dicen: ¡Bonita...!         

          Al día siguiente: se emociona y se arregla con entusiasmo, para pasar, exactamente por el mismo lugar; su andar es ansioso, esperando encontrar otras palabras de afecto. ¡Y cuando las escucha!, nuevamente viene a su mente, la sensación de haber encontrado felicidad. Y es; en este momento emocional, en que no entiende otra cosa, que la extraña sensación de afecto, para que se aprovechen de su blancura, haciéndola: ¡la novia única! ¡La novia maravillosa! ¡La novia que inspira todo!

La niña bonita sueña en su inocencia, y  todo se lo cree, hasta que le piden la prueba de amor: -Sí en verdad me amas, me tienes que dar la prueba de tu amor, ¡Si no...!, ¡Es que no me amas como yo!

          ¡La niña siente que el mundo se le viene encima! Está a punto de perder lo que ella piensa es el amor de su vida, ¡Por una maldita prueba de amor! Ella no comprende, hasta que deja de valorarse, e inexperta…, accede.

          Anteriormente, esas pruebas de amor; si dejaban infecciones, se curaban con penicilina. Pero ahora; hay enfermedades que condenan a la muerte, como el mismo SIDA. Hay jóvenes y adolescentes que truncan sus estudios, su vida, su felicidad, por una maldita prueba de amor.

Y una ternura como ella,  una ternura como el, una ternura como un hijo, una ternura como una hija, una ternura como un amigo o amiga: no sería justo condenarlos, a perder, ¡por una maldita prueba de amor!, como un efecto del no afecto personal y familiar. Hay que aprender y enseñar a amarse  (Autoestima); y a aprender y enseñar a recibir y dar amor (Heteroestima).

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú Vales Mucho!     

 

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16 abril 2012 1 16 /04 /abril /2012 18:49


Por SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

          Hasta aquí,  hemos platicado sobre la comunicación; pero también permíteme decirte, que con estos fundamentos de la comunicación, también se puede prevenir la drogadicción. Ya que las personas que observan y escuchan a sus hijos e hijas, estarán más atentos en la previsión y detección de los inicios de este problema social.

Las drogas: lícitas o ilícitas, legales o ilegales, cualesquiera que sean estas, al entrar en contacto con el organismo del consumidor; provoca un cambio de conducta, con dos efectos principales: estimular (incitados, inquietos, extrovertidos y activos o hiperactivos), y tranquilizar (somnolientos, con movimientos y habla pausada lentos, como si estuvieran fuera de sí). Por eso es importante que aprendamos, a ESCUCHAR Y A OBSERVAR a nuestros hijos e hijas, para hacer previsión y prevención de las adicciones, y otros malos comportamientos, que también son detectables en sus cambios de conducta. Sería bueno, que a  partir  de este momento, le pidas a tus hijas (os),  que ya no te oigan y  que  ya  no  te  vean.  Que en lugar de oírte,  ¡te escuchen!  Y que en  lugar de ver,  ¡Observen!  Diferente, ¡muy diferente! Escuchar: es prestar atención a lo que se oye. Observar: es examinar detenidamente lo que se ve. Si no les enseñamos estas diferencias, entre oír y escuchar y ver y observar, los estaremos haciendo oidores y veedores. Y ¿Qué es un oidor y un veedor?    Son personas que les dices algo, que les mandas algo, o que les enseñas algo.  Y  apenas  se dan la vuelta, y dicen: ¿Qué me dijo? ¿Qué me mando? ¿Qué me enseño? ¡Es que te están oyendo! No te están escuchando. ¡Imagínate! ¿Qué pasará cuando leen? ¿Cuánto comprenderán de  lo  que  leen? 

Y nosotros… ¿cuánto comprendemos de lo que hacen? Porque cuando los oímos, dejamos de escuchar el verdadero clamor de sus palabras, al ignorar o interrumpir lo que nos están diciendo, o lo que nos quieren decir. ¿Cuántas acciones solo vemos (forma de vestir, de caminar, de ser, de comer, de jugar,  etc.), ignorando sus verdaderos mensajes, con tal o cual comportamiento, por no detenernos a observarlas u observarlos, para comprender o corregir a tiempo un mal comportamiento?

Nuestros hijos e hijas, ¡son nuestra más extraordinaria creación! Por eso debemos pedirles; que aprendan a escuchar y a observar. Y así; nosotros, por el amor que les tenemos, estaremos más obligados: a aprender a escucharlos y a observarlos, para poder detectar, juntos,  los primeros riesgos de su vida.

        Y como previsión, les estaremos enseñando, naturalmente: ¡A disfrutar las imágenes del sonido! ¡A disfrutar la comprensión de la lectura! ¡A buscar vida,  imágenes y acciones en la unión de las palabras! ¡A viajar  en  los viajes de la imaginación! ¡A aventurarse en las aventuras! ¡A vivir en la vida!  ¡A deleitarse o rechazar las letras de su gusto musical! ¡A escuchar y observar lo que le sirva, y a oír y a ver lo que le pueda dañar!  Que aprenda a vivir  la comunicación, como un hecho de comprensión, y no como una  obligación incomprensible, o  un  requisito  obligatorio, para que estén preparados y eviten caer en el falso mundo de las drogas, donde se encuentran los que quieren huir de su realidad sin enfrentarla. Negándose a entender: que todas las acciones incorrectas, ¡Todas! ¡Algún día tienen que cambiar!           Por eso; un padre o una madre de familia, que observa y escucha a sus hijas (os), se tiene que dar cuenta cuando está bajo el efecto de alguna droga, por los cambios de conducta y actitud que presentan. Si el hijo,  es muy tranquilo, callado y solitario. Y nos llega muy cambiado: platicador, inquieto, incoherente, con un cambio evidente de conducta.  Y la hija que es alegre, expresiva, inquieta, nos llega muy tranquila, con andar lento y respuestas divagantes: ¡o están bajo el efecto de una droga!, ¡o están teniendo un cambio repentino en su desarrollo!

Para averiguar lo que le pasa, y comprobar una cosa u otra; lo único que tienes que hacer, es: esperar a que se duerma. Cuando estén dormidos: huéleles el aliento, o los dedos de las manos (principalmente pulgar, índice y medio). Cuando están bajo el efecto de alguna droga, el olor es característico: a hierba, cigarro, alcohol, o inhalable. ¡Y si sospechas de algo!, busca en las bolsas de su ropa, o en sus cosas personales: podrías encontrar residuos sospechosos de drogas: pequeños pedazos de tabaco u hojas secas, semillas redondas, granitos de polvo como harina, pequeñas cantidades de cenizas, residuos de pegamento, trozos de pastillas o pastillas completas, así como envolturas extrañas de cigarros, bolsas pequeñas o envolturas de hule, papel celofán o estraza, o envolturas de pastillas.

Y si confirmas tus sospechas o tienes dudas, antes de tomar alguna decisión, busca ayuda y orientación. Y así podrías evitar una destrucción personal, y tal vez familiar.

Con lo escrito en este artículo y el artículo de “El Beso Preventivo”, tendrás más herramientas para hacer previsión y prevención de adicciones.

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú Vales Mucho!          

 

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8 abril 2012 7 08 /04 /abril /2012 01:41

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

          El camino del éxito, tiene antecedentes de fracaso, como es el caso del famoso Tomas Alva Edison, y sus fracasos, para descubrir la bombilla incandescente. O Alberto Einstein; y su reprobación en matemáticas, hasta convertirse en el Científico Alemán, Nacionalizado Norteamericano.

        Quise recordar a estas personalidades del Mundo, porque en este artículo, me voy a permitir exponer lo contrario de la descalificación, para que reflexionemos, y en un futuro, nuestras hijas e hijos, puedan entender que llegaron al éxito, gracias a que alguien rectifico, o tomo como impulsor de vida, para el éxito, el camino de la motivación.

Por eso en este artículo,  voy a retomar los ejemplos del artículo anterior, para poder identificar la diferencia entre: la descalificación  y el maltrato, en el fracaso; y la motivación y la perseverancia en el éxito:

Esta un padre de familia con su hijo de 5 años, y le pide que haga lo que todos los niños de cinco años saben hacer. Y como este niño no lo supo hacer. El padre de familia: abraza, carga y besa a su hijo, diciéndole: -¡No te apures mi hijo!, ¡pero síguelo intentando!, ¡porque tú vales mucho! ¡Tú…, vales mucho!-. Y el niño; se queda con esas palabras y esas caricias, que sin entenderlas del todo, siente que es algo bueno. De tal forma, que a cada momento, el padre o la madre le repiten con emoción y entusiasmo: -¡Tú vales mucho!- Y a medida que va creciendo, y que hace algo bueno, o hace cosas que se acercan a lo correcto, lo aceptable o  lo bueno, le siguen diciendo: -¡Tú..., vales…, mucho!

        En cierto día, el niño le enseña las calificaciones a su papá. Y después de sacar puros ochos y nueves, en esta ocasión saco varios sietes. El papá, en lugar de decirle: -¡Yo a tú edad sacaba puro diez!- ¡No! En lugar de eso, el papá lo abrazo, lo comprende, y le dice: -¡Yo sé que tú puedes hijo! ¡Síguelo intentando! ¡Porque tú vales mucho!  ¡Sé que lo vas a lograr! Esa motivación se repetía a cada momento, en que el niño hace algo bueno, o se acercaba a lo correcto; no le compraban cosas, ni le materializaban su buen comportamiento, simplemente lo motivaban con lo que tenían, con lo que podían, o como lo sabían hacer, porque sabían que la motivación sentimental y afectiva, era más poderosa que lo material; encontraron que esa era la verdadera forma de amar a su hijo.

Y cuando lo sancionaban por mala conducta: le criticaban su conducta, (tu no estas mal, hijo. Lo que está mal es tú conducta y eso se puede corregir); no le criticaban y dañaban su persona (¡Tú no sirves para nada! ¡Eres un flojo! ¡Nada más pierdes el tiempo en la escuela!). ¡No…,! No lo hacía así, porque en esta familia, sabían del daño que causaban las descalificaciones y el maltrato.

En una ocasión; este padre de familia, manda a su hijo a un mandado. Y cuando llega a la tienda, hay dos personas antes que él, y las despachan.  Después que él, llegan más personas, y las van a despachar..., pero él, de inmediato llama la atención, levantando la mano con insistencia,  diciendo: - ¡Ehhh..., Sra.! ¡Yo vine primero que ellos!, ¡a mí me despacha primero por favor!

        ¿Sabes porque tomo esa actitud, contraria al niño que se queda callado y asustado; esperando a que lo regañen por no hablar, o hasta que alguien hable por él, haciéndose dependiente y creando dependencias?  ¡Pues por qué alguien lo motiva a enfrentar! ¡A resolver! ¡A seguir! Porque alguien le dice o lo motiva constantemente, diciéndole: -¡Tú vales mucho! ¡Tú vales mucho!- ¡Eso es un motivo para valer! Eso es lo que les da seguridad, como para respetarse, y hacerse respetar. Ese: ¡Tú vales mucho!, es como una inducción a la satisfacción de lo que se hace en lo correcto. Es como sembrar en ellos una satisfacción, que después se llama: autoestima, seguridad, toma de decisiones, competitividad, habilidad.

Motivación: Es revisar y escuchar con alegría sus tareas; es sorprendernos cuando hacen algo por ellos mismos; es aplaudirles por la comprensión de lo que leen; es acompañarlos con perseverancia a entender el significado puro y blanco de los números y las matemáticas, y no la falsa expresión, de que las matemáticas son lo más difícil; es la caricia física y expresiva que alaba, corrige y aprueba el esfuerzo; es hacerles sentir que el éxito se inició al ponernos de pie y caminar, al caer y levantarnos, al sentir dolor llanto y seguir adelante. Porque sabrán que su camino de vida, floreció por tanta motivación que lo acompañó. Porque sabrán que esa motivación, los hizo perseverantes para alcanzar el éxito. Porque reconocieron, que el error profundo, no es derrota, es oportunidad que conduce al éxito permanente. Los padres de familia y los maestros; somos promotores. Y si promovemos con motivación, construiremos caminos de éxito. ¡En su escuela! ¡En esas bancas! ¡Con esos lápices o lapicitos! ¡Con sus plumas! ¡Con esos libros! ¡En sus cuadernos! ¡En su casa…! ¡¡Se está escribiendo su futuro!!  ¡¡¡Haz qué el motivo sea su felicidad…, con éxito!!! ¡Motívalos…! ¡Tenga la edad que tenga! ¡Si…, vale la pena!

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú Vales Mucho!  

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4 abril 2012 3 04 /04 /abril /2012 06:49

 


Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

          Es un hecho que nadie nos enseñó a ser padres o madres de familia. Que a veces amamos tanto a nuestros hijos e hijas, que sin darnos cuenta, o  por falta de una orientación, les estamos causando daño,  directa..., o indirectamente. Para ejemplificarlo, voy a ser crudo y sincero en la descripción del siguiente caso: está un padre de familia aun lado de su hijo de 5 años, y le pide que haga, lo que todos los niños de 5 años saben hacer. ¡Y como éste niño no lo supo hacer! Al padre de familia, que ama a su hijo o hija, se le hace fácil decirle; con su tono gritón, frustrado y enojón: -¡Ahhh...,  como eres…!  ¡Tonto! ¡Menso! ¡Burro! ¡Tarado! ¡Idiota!-  ¡Y otras peores!

          Y el padre se da cuenta: que después de descalificar a su hijo, con todas esas ofensas; el niño se va como si nada, a seguir jugando. De tal forma, que el padre, dice para sí mismo: -le dije tonto, menso, burro y tarado, ¡y no le paso nada!-. ¡Y eso no es verdad! Porque el niño o la niña, ¡registran o se quedan con esos malos calificativos! Y entre más los, o las maltratan de esa manera, puede llegar el momento en que se lo van a creer.

Por su parte, el padre o la madre, se confían. Y cada vez que el niño o la niña comete un error: se le sigue haciendo fácil seguirles diciendo: ¡Eres una tonta! ¡Ahhh, como eres menso! ¡Entre más grande más burro! ¡Como estás tarado!- y así se desarrolla el niño o la niña, con la misma cantaleta: ¡Tonto, menso, burro, tarado etc., etc...! Y cuando ese niño se convierte en adolescente, el mismo padre o la madre de familia lo manda a la tienda.

Cuando él o ella, llega a la tienda, hay dos personas antes que él o ella y las despachan.  Después llegan más personas…, y están despachando a todos, menos a él o a ella.

El padre o la madre, ya se encuentran desesperados, al darse cuenta que su hijo o su hija, ya se dilató demasiado. Y cuando el padre ve su reloj, dice con coraje: -¡Ahhh, como se dilata este menso!- Y más enojado, se dirige a la tienda. Cuando llega a la tienda, ve que están despachando a todos y su hijo o su hija, está parado y asustado, sin atreverse a pedir nada, esperando su supuesto turno. El padre, ¡siente tanto coraje! Que abiertamente le grita: - ¡ Ah.., como eres tonto, menso, burro y tarado! ¿Por qué no hablas?

          El niño o la niña; el adolescente o la adolescente, ¡No eran…! ¡Ni tontos!, ¡ni mensos!, ¡ni burros!, ¡ni tarados! ¡Alguien los hizo!, sin darse cuenta, o sin querer darse cuenta, alguien los hizo así: con los constantes maltratos verbales.

Hay que tener mucho cuidado con lo que le decimos a nuestros (as) hijos (as), a nuestros hermanos (as), a nuestras amigas (os): ¡Tú nunca vas a llegar a ser alguien! ¡Ella es muy floja, no sabe hacer nada! ¡Él es el más inquieto! ¡Él es el más rebelde y más macho! ¡Él no habla, hasta parece mudo! ¿Por qué se desarrollará el bullying? ¿Quién le quita seguridad a los hijos (as)? ¿Quién los hace violentos,  indefensos o indefensas, victimas o agresores? ¿A quién se debe orientar y atender, para evitar el acoso entre iguales? 

Hay que eliminar todas las palabras despectivas, descalificadoras. machurrentas o machistas. Porque el tiempo…, el tiempo es sabio... y nos puede poner frente a algo, que nos cause daño, molestia o incomodidad. Al ver a nuestro hijo o hija maltratada o maltratado. O castigado o castigada, por violenta: Sin darnos cuenta, o sin querer darnos cuenta, que es; exactamente, lo que sin querer, o queriendo,  hicimos con nuestros hijos e hijas. Para que haya calidad de vida, es requisito indispensable, que haya calidez de padres y madres.             

¡¡QUE DIOS LOS BENDIGA!!   

¡Tú Vales Mucho!  

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